Eduard Callís, Guillem Moliner Milhau
Una clara y potente simetría formal, que no funcional, caracteriza este interesante proyecto para dos edificios de servicios, en la Ciudad Deportiva del Morrot, en Olot.
Una plaza cuadrada, definida por dos porches y abierta a los campos de fútbol, se convierte en el centro de la “ciudad deportiva” del Morrot, en Olot. Es también la respuesta a las contradicciones entre el uso y el emplazamiento: un polígono industrial y una calle de acceso casi sin aceras.
La plaza conecta visualmente con los elementos geográficos naturales, el perfil de los montes que confinan la comarca. Al mismo tiempo, se aparta de las fábricas y de una vía pública transitada por camiones. El conjunto se asienta sobre una plataforma horizontal y una interrupción en este basamento, da inicio a un recorrido de acceso complejo y gradual, formado por cancela, escaleras, rampa y porche a tres alturas, para desembocar de forma tangencial en el espacio central.
Los pabellones parecen gemelos, pero en realidad no lo son ya que comparten perfil y porches, pero mantienen diferencias derivadas de la posición y el uso. Uno de ellos está destinado a vestidores y el otro, a recepción, cafetería y servicios. Su volumen escalonado se ajusta tanto a las proporciones de la plaza como a la organización interna de los usos requeridos.
Atendiendo al reducido presupuesto, se invierte en aquello más trascendente: la activación de un lugar común, el volumen generoso de los espacios interiores y la entrada de luz natural. En este sentido, la construcción con muros portantes de bloque de mortero es sencilla y de fácil ejecución. Su lógica interna define la caligrafía de la obra y pauta la medida de las estancias.
La pareja de pabellones que se contemplan entre sí, viste un escenario pensado con el objeto de cultivar uno de los valores más preciados del deporte base, la sociabilización.
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