Al conseguir un tercer mandato como secretario general en el reciente Congreso del Partido Comunista, Xi Jinping ha logrado transformar la estructura de poder del sistema político chino. Ha neutralizado a sus potenciales rivales para rodearse únicamente de sus aliados, y ha desautorizado la gestión de sus inmediatos antecesores. Desde 2012, Xi ha perseguido un plan dirigido al control del Estado y de la sociedad, a imponerse sobre la nueva elite empresarial, a «armonizar» a las minorías étnicas, a eliminar toda disidencia interna y a prevenir toda infiltración de las ideas políticas de Occidente. La extraordinaria acumulación de poder en su figura y los mensajes que ha transmitido abren un periodo de incertidumbre sobre la evolución futura de la economía y la política chinas, al tiempo que conducirán a una inevitable etapa de hostilidad con Occidente
By winning a third term as general secretary at the recent Communist Party Congress, Xi Jinping has succeeded in transforming the power structure of China's political system. He has neutralised his potential rivals to surround himself only with his allies, and disavowed the management of his immediate predecessors. Since 2012, Xi has pursued a plan aimed at controlling the state and society, imposing himself on the new business elite, 'harmonising' ethnic minorities, eliminating internal dissent and preventing the infiltration of Western political ideas. The extraordinary accumulation of power in his person and the messages he has conveyed open up a period of uncertainty about the future evolution of China's economy and politics, while leading to an inevitable period of hostility towards the West.
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