Desde sus comienzos literarios Gadda entabla un interesante diálogo con la obra figurativa de Caravaggio. En sus cuadros el autor halla una poderosa fuente de inspiración para el desarrollo de un proyecto narrativo que pretende indagar en lo real. Al mismo tiempo asimila elementos iconográficos y formales a los que amolda su escritura creativa. A la Vocación de San Mateo y a la Conversión de San Pablo el escritor hace alusiones en sus escritos teóricos donde, además, traza sus representaciones literarias. Tanto los cuadros como estas reelaboraciones ecfrásticas constituyen, a su vez, unos intertextos fundamentales de las novelas de Gadda para la construcción de escenas cargadas de intensidad expresiva.
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