A partir de un ejemplo, desafortunado y trágico, el autor nos invita a reflexionar acerca de la responsabilidad moral que tenemos los educadores en conocer a nuestros alumnos. En la primaria, no es difícil que esto ocurra, pues el niño tiene una relación total con su maestro. Por lo contrario, el profesor de secundaria es un profesional especializado y, por lo general, su trabajo no se concentra en un solo establecimiento. Así las cosas, surge la pregunta: ¿quién se ocupa del adolescente en la secundaria? Desafortunadamente, la figura del tutor está en "peligro de extinción", ya sea porque no hay tiempo o porque los recursos son insuficientes. Termina este artículo con varios y muy profundos cuestionamientos que vale la pena no sólo leer sino ahondar en ellos e intentar encontrar soluciones.
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