Los tiempos Barrocos fueron buenos tiempos para las parroquias sevillanas, ejerció los controles oportunos sobre su feligresía, unos vecinos que tenían a la institución como cohesionador social, punto de referencia geográfica, y medio para recibir la asistencia física y espiritual que requerían; todo ello acompañado de hambrunas, epidemias e inundaciones que unidas a una crisis económica importante hacían que la parroquia cumpliera con la actividad benéfica-asistencial que desempeñaba el clero. La actitud de hombres y mujeres ante la muerte y con ello la salvación del alma también fue un añadido más para que la parroquia encuadrara en su cometido afianzar las relaciones productivas de sus núcleos, aumentaron las propiedades por fundaciones de capellanías y patronatos, que quedarían reflejados en los asientos contables de los Libros de Fábrica a cargo de los mayordomos.
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