Desde la llegada al poder del general Abdel Fatah al Sisi en 2013, Egipto ha experimentado un claro retroceso en materia de libertades y respeto a los derechos humanos. Este resurgir del autoritarismo va acompañado de una obsesión por el control del espacio público, al tiempo que agudiza la segregación entre las clases populares y las capas acomodadas de la población.
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