La Unión Europea debe superar dos problemas importantes para desenvolverse como una potencia en el mundo, indica Elena Valenciano en este artículo: la ausencia de una soberanía superior a las soberanías agregadas de sus estados miembros; y el déficit democrático —el Consejo Europeo detenta un verdadero poder omnímodo en la Unión lo cual pervierte el buen método comunitario que busca lo equilibrios, y resulta «exasperante», señala la autora, que setenta años después no tengamos un verdadero control democrático del gobierno europeo—.
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