Este artículo revisa las caracterizaciones que, desde la crítica y la bibliografía académica, han recibido las crónicas de Indias en sus semejanzas y diferencias con la crónica occidental –y con la española específicamente—, vinculadas desde sus orígenes con el poder gobernante. Propongo que este género discursivo, que proliferó entre los documentos de Indias, dio lugar oportunamente entre sus páginas al testimonio de un mundo que, desde la lejanía, se esperaba que fuera vencido por los hombres enviados a conquistar y colonizar el continente. Las crónicas de Indias se propusieron a sí mismas como testimonios de vista de un mundo desaparecido y, a la vez, esperanzador, nuevo y deseable. Cuestiono, además, el efecto de verdad de la reiteración gramatical del enunciador en primera persona de estos textos (el yo) para poner el acento, en cambio, en sus posibilidades discursivas de certificación del propio sujeto. Por último, propongo que, como en espejo, las visiones del testigo de vista están constituidas por algo conocido y algo nuevo a la vez; codificadas por tradiciones, pero también transformadas por el contexto transatlántico. En esto, lo maravilloso –lo novedoso sobrenatural indiano— jugó un rol fundamental, incluso, en sus formas amenazantes y perturbadoras, ajenas a lo milagroso y hasta a lo demoníaco.
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