Miguel Archer forma parte del enorme contingente de exiliados que dejaron Irlanda durante el siglo xviii y se establecieron a comienzos de la centuria en la villa de Bilbao. Junto a su mujer, María Geraldino –también irlandesa–, crio una próspera y exitosa familia, al tiempo que se posicionaba sólidamente en el comercio y la sociedad bilbaína. Archer trabajó en múltiples ámbitos para el Consulado de Bilbao, vínculo que su hijo Miguel hizo perdurar y engrandecer durante años. El padre ejerció durante más de 30 años como arqueador y corredor de navíos en el puerto bilbaíno, cargo que fue legándose sucesivamente a través de varios miembros de la familia. El hijo fue designado maestro de la recién creada y pionera Escuela de Náutica de Bilbao –que años después le propiciaría el nombramiento como capitán de fragata–, así como toda una suerte de comisiones relacionadas con la ingeniería civil –en muchos casos de gran relevancia– que las instituciones vizcaínas precisaban. Sin embargo, en lo más alto de los logros que la familia había alcanzado, en 1752 las calamidades comenzaron a recaer sobre los Archer-Geraldino en una sucesión de tragedias que acabarían con la casi totalidad de la familia en unos pocos años.
Miguel Archer is part of the huge number of exiled Catholics that were forced to leave Ireland during the early modern period. He settled in Bilbao in the early 18th century, where he married Maria Geraldino, also an Irishwoman, and both raised a prosperous and successful family whereas Archer took hold in the trade and society of Bilbao. He worked for the Consulate of Bilbao in different ways; and likewise the link was preserved and enlarged by his son Miguel. The father acted as a ship tonnage surveyor and sworn translator –successively bequeathed to other relatives– in the port of Bilbao for more than thirty years. The son was nominated lecturer of the newly created and pioneer Navigation School of Bilbao –lately enabling his appointment as navy commander in Spanish Armada– as well as many commissions related to civil engineering issues very relevant for the Biscayan public bodies. Nevertheless, in the summit of the family achievements, in 1752 a series of misfortunes arose to the Archer-Geraldinos and they were nearly extinguished as a result of a succession of tragedies in very few years.
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