La teoría antropológica de René Girard postula que la característica básica del ser humano en contraposición al mundo animal del que deriva por evolución es el deseo. Entre la animalidad y la humanidad hay una diferencia de grado, no de esencia. Tal diferencia de intensidad se refiere específicamente a un elemento: la mímesis. Tanto animales como seres humanos son miméticos, pero los segundos lo son de modo particularmente destacado. Esa mímesis hiperbólica que caracteriza al hombre se convierte en ‘deseo’ que, de resultas, por definición, es deseo mimético. Las características esenciales de tal deseo emanan de la mímesis de la que surgen en el proceso de hominización al llegar a cierto umbral de intensidad. Entre ellas, la nota fundamental es la “heteronomía”, el objeto que deseamos lo anhelamos por el deseo de un tercero y no por las particularidades intrínsecas de ese “algo”. Es decir, nuestras tendencias sobre un objeto se refieren a él por la mediación desiderativa de un tercer individuo (un hombre semejante a nosotros), que se convierte en modelo de nuestros deseos. Queremos lo que queremos porque un tercero lo desea. Esta dinámica genera tensiones interindividuales y, por extensión, sociales; en consecuencia, la humanidad no hace más que decaer en la violencia desde el origen de los tiempos. En el fondo, el problema de base de la violencia humana es una cuestión mimética pero focalizada en concreto en la manera como se articula la mediación entre el deseo humano y la trascendencia divina.
René Girard’s anthropological theory posits that the main characteristic of human beings as opposed to the animal world from which Man has emerged is desire. There is no essential difference between animals and Man, but one of degree. The different degree of intensity in “mimesis”, is the element that embodies this difference between animals and men. Human beings and animals alike are mimetic, though men are highly mimetic and this hyperbolic mimesis becomes 2desire” as such. Human desire is intrinsically mimetic. The essential traits of desire derive from the evolution of mimesis in the process of hominization.
Probably, the most remarkable note of mimetic desire is ‘heteronomy’, which means that the yearn for the object that we long to acquire is aroused by a third one (a man like us), not by the inherent characteristics of that object. In other words: our tendency towards an object is born from the imitation of a model, who becomes the mediator of our desire. We want what we want due to the fact that someone else desires it too. This dynamics generates inter-individual and social tension. Violence emerges in human society and goes all thorough it since the beginning of our history on Earth, ever since there is such a thing as mimetic desire. All in all, the basic problem of human violence stems from the way in which the mediation between human desire and divine transcendence takes place.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados