Los primeros inventarios de patrimonio fueron realizados por personas pertenecientes a las elites que tenían acceso a la cultura. El acceso generalizado a la educación ha posibilitado que en la actualidad el patrimonio cultural pueda ser reconocido y estimado por gran parte de la ciudadanía. Las TIC han proporcionado los medios necesarios para favorecer una amplia difusión de los registros de bienes culturales y también para poder recibir colaboraciones externas. Actualmente muchas comunidades autónomas han publicado sus inventarios en red, pero no se permite que personas ajenas a la misma puedan proponer nuevos registros o actualizar la información de los ya existentes. Este proceso participativo podría contribuir a un conocimiento más completo, detallado y atualizado del patrimonio desde un planteamiento más cercano a la ciudadanía.
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