En sus manos, en su voz, en su vista, está la seguridad de millares de personas que atraviesan, a diario, el espacio aéreo español. Son menos de mil. Ni por su sueldo ni por sus horarios pueden ser considerados como un cuerpo de élite. Piden que los instrumentos que manejan estén al nivel de la responsabilidad de su trabajo. El ministro, del que dependen, les ha acusado de antidemocráticos.
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