Están en cada esquina, esperando que sus bolsillos o sus cajas de cartón se cuajen de monedas. Son vendedores de variopintas mercancías, músicos, limpiacristales, abrecoches a la antigua usanza, limpiabotas, malabaristas, gitanillas que bailan... Saben que sólo los ancianos, y a menudo tampoco ellos, encogen el corazón y mueven el bolsillo de la gente cuando piden sin ofrecer nada a cambio. Para llevarse a casa un dinero y seguir sobreviviendo, hay que echarle imaginación.
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