En este trabajo se abordan los procesos de profesionalización e institucionalización de la química y la farmacia ocurridos en la Nueva España a finales del siglo XVIII, época en que la farmacia experimentó un proceso de creciente especialización, tanto en el terreno académico como en el profesional. En el proceso de renovación incidieron las expediciones científicas y el establecimiento de instituciones académicas de corte moderno, como la creación del Jardín Botánico (1788) y de su cátedra de botánica, en donde se enseñaba el sistema linnenano de clasificación de vegetales y la nomenclatura química de Lavoisier. En este contexto se destacan las aportaciones de los españoles peninsulares y novohispanos para modernizar esa disciplina, en una etapa marcada por los desarrollos derivados de los procesos de ilustración y de la revolución química
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