Los precios de la energía se incrementaron rápidamente durante gran parte de 2022. En el tercer trimestre de ese año, el precio del carbón australiano aumentó un 150% respecto al año ante- rior. Los precios del gas natural en Europa se incrementaron un 150% y, a nivel global, aumentaron más del 115%. El precio del crudo subió más de un 40%. Estos incrementos ponen en jaque a los hogares y compañías de muchos países, modificando tanto el nivel como la composición de los gastos de consumo y los volúmenes de producción. Pero dado que, como se docu- menta en este capítulo, la inmensa mayoría del consumo ener- gético mundial está implícita en innumerables bienes y servicios no energéticos, debe considerarse toda la cadena de suministro para apreciar plenamente la magnitud del impacto que tienen los shocks energéticos. En este capítulo se analizan los efectos directos e indirectos que tienen los recientes aumentos de los precios de la energía y se hace una caracterización de la exposi- ción de diferentes economías a los shocks energéticos en gene- ral. Se pone en evidencia que más del 80% del uso energético a nivel mundial no proviene del consumo directo, sino que está implícitamente contenido en el coste de producción de artículos individuales. Combinando el cálculo de comercio energético directo e indirecto, también queda de manifiesto que los shocks energéticos pueden originarse en países que no juegan en sí mismos un papel significativo en cuanto a la exportación directa de energía. El análisis también muestra que la mayoría de los países europeos están expuestos no solo a las adversidades de los shocks energéticos directos (como ha ocurrido recientemente tras la invasión de Ucrania por parte de Rusia), sino también a los shocks energéticos indirectos, en especial de la región Asia-Pací- fico. A medida que aumenta la incertidumbre a nivel mundial y el suministro energético global se interrumpe con mayor frecuen- cia, la búsqueda de formas para reducir la dependencia de fuen- tes energéticas extranjeras puede convertirse en una prioridad política de primer orden para muchos países.
Energy prices rose rapidly through much of 2022. In the third quarter of that year, the price of coal from Australia was up 150 percent compared to one year earlier. Natural gas prices in Europe rose over 150 percent; globally, it rose over 115 percent.
And crude oil was up over 40 percent. These increases strain households and businesses in many countries, shifting both the level and composition of consumer expenditures and production volumes. But, as this chapter documents, since the overwhel- ming majority of global energy use is embodied within countless non-energy goods and services, the entire supply chain must be considered to fully appreciate the scale of the impact of energy shocks. In this chapter, I explore the direct and indirect effects of recent energy price increases and characterize the exposure of different economies to energy shocks in general. I show that over four-fifths of global energy use is not consumed directly but is instead implicitly contained within the cost of producing indi- vidual items. Combining measure of direct and indirect energy trade, I also demonstrate that energy shocks can originate from countries that are not themselves meaningful direct exporters of energy. The analysis also reveals that most European coun- tries are susceptible to not only adverse direct energy shocks –as occurred most recently following Russia’s invasion of Ukraine– but also indirect energy shocks, especially from the Asia-Pacific region. As the world becomes increasingly uncertain, and glo- bal energy supplies more frequently disrupted, exploring ways to lower dependency on foreign energy sources may become a leading policy priority for many countries.
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