Frente al modelo del ciudadano limitado cognitivamente a la hora de adoptar decisiones en escenarios de riesgo, el trabajo defiende el modelo opuesto, en el que las heurísticas a que se recurre en dichas situaciones facilitan la consecución del éxito desde el punto de vista del individuo decisor. Ello tiene importantes implicaciones para las políticas encaminadas a comunicar los riesgos. Frente a la prohibición, la comunicación contextualizadora que etiqueta los riesgos aparece como la más apropiada.
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