Algunos de los límites que el ordenamiento establece para la libertad de expresión continúan situados en leyes penales, que tipifican como delitos determinados actos de expresión, por su forma, objeto o efectos. En ocasiones estos son sancionados con penas de cárcel. Ahora, a los delitos que castigan los actos de expresión se ha unido un nuevo tenor francamente inesperado: el delito contra la integridad moral.
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