Adoro a los niños. Son seres increíbles, esplendorosos, indescifrables, ingeniosos, alucinantes… Son exploradores e investigadores natos. Aprenden de manera maravillosa y asombrosa. Considero que las infinitas expresiones de la vida, incluyendo la humana, son sagradas. Aunque aclaro que no asumo lo sagrado desde ninguna religión. Lo asumo desde el respeto profundo. Por tanto, parto de considerar que todas las expresiones de la vida merecen respeto y tienen el derecho a desplegarse en este Universo.
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