Suenan tambores. Tras la pandemia, desde los sectores que sacan más tajada del turismo masivo suenan tambores. “Nos han declarado la guerra”, advertía Joan Manuel Serrat en su canción Pare, en 1973, y han tenido cinco décadas para expoliar recursos naturales, destruir biodiversidad, cementificar litorales, expulsar comercio local para imponer cadenas y mercantilizar el espacio público, gentrificar para implantar alojamientos turísticos y que personas turistizadas campeen por ciudades banalizadas, menoscabar la cultura propia para incrustar una impropia y generar empleos precarios que solo aportan pobreza. Toda una herencia para las nuevas generaciones.
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