El principio de laicidad como factor de inspiración del Estado laico no se agota en los órganos centrales del Estado. Su proyección en el nivel local puede influir en la calidad o la ausencia de la democracia municipal. Ha de ser especialmente respetado en las actividades de promoción de la cultura y en la programación de los equipamientos culturales. También es necesario el máximo respeto al principio de laicidad en la gestión de escuelas infantiles, actividades complementarias de centros docentes y, en general, los espectáculos públicos. La vida local es un crisol de mentalidades y de comportamientos sociales donde debe predominar el pluralismo.
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