Democracia y participación ciudadana caminan de la mano. Incorporar la participación supone un cambio de valores para la Administración. Supone ahondar en el compromiso y responsabilidad partiendo de la trascendencia de la acción pública, desde la empatía (ya que la participación supone escuchar a las personas que no piensan como tú) y desde la humildad, siendo conscientes de que no se dispone de todas las respuestas, desarrollando nuevas competencias emocionales que sustenten el diálogo y la cooperación.
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