Turquía se identifica anualmente como un país material para el sistema bancario español y para el del área del euro. Además, mantiene importantes flujos comerciales y financieros. Por ello, es relevante hacer un seguimiento de la situación macrofinanciera del país y de sus principales vulnerabilidades.
• La economía turca siguió registrando tasas muy elevadas de inflación a finales de 2022, y la actividad económica comenzó a moderarse en el tercer trimestre, tras su fuerte dinamismo previo. Todo ello en un contexto de cuantiosas necesidades de financiación exterior, endeudamiento en moneda extranjera y reducidas reservas internacionales.
• La política fiscal evolucionó mejor de lo previsto, manteniéndose saneadas sus cuentas. En cuanto a la política monetaria, el banco central de Turquía retomó en agosto el proceso de reducción del tipo de interés oficial iniciado un año antes, situando el tipo de interés real en el –75,5% en noviembre.
• No obstante, para controlar el crecimiento del crédito y favorecer solo el dirigido a ciertos sectores productivos, se introdujeron medidas macroprudenciales y regulatorias. Mientras, los balances del sector bancario se mantienen relativamente saneados, aunque algunos indicadores se han deteriorado.
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