La Inflation Reduction Act de EEUU, que destina aproximadamente 370.000 millones de dólares a energías limpias, tiene importantes implicaciones climáticas, comerciales, de seguridad y de política exterior para Europa y para el mundo. Tiene un impacto sustancial en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero en EEUU, y fortalece la posición de EEUU en las negociaciones globales sobre el clima. Apuesta por la diversificación de las cadenas de suministro que actualmente dependen en gran medida de China, desde la fabricación de tecnologías de energía limpia, hasta los minerales críticos y las baterías para vehículos eléctricos. También plantea cuestiones más amplias sobre la política industrial verde europea, la visión occidental para la descarbonización de los países en desarrollo y el futuro de las relaciones transatlánticas.
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