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Resumen de El calendario de 260 días y otros calendariosa la luz de la sabiduría de los ayöök de Oaxaca

Araceli Rojas

  • español

    Este artículo tiene como objetivo profundizar en la naturaleza de los calendarios precoloniales en Mesoamérica. A diferencia de otros estudios, aquí se utilizan datos provenientes del uso actual de los calendarios de 260 y 365 días entre los ayöök (mixes) de Oaxaca. Se ofrece una definición sobre la naturaleza y manejo del ciclo de 260 días, cuyos aspectos pronosticador y prescriptivo no excluyen sus funciones mensurativa y nominal del tiempo, las cuales lo definen como un auténtico calendario. Se propone concebir el transcurso de otros calendarios, no como engranes, sino como sistemas en relativa independencia. Esto hacia posible la existencia de cuentas como el calendario de 18 veintenas más cinco días (xihuitl), el cual daba orden y nombre a estos ciclos y, a su vez, posibilitaba un calendario más amplio, el de 52 “años” (xiuhpohualli). Además, existían otras cuentas: una tenía que ver con la programación agrícola, acorde con las estaciones y fenómenos astronómicos como solsticios y equi-noccios; otra, la de las fiestas no necesariamente celebradas cada 20 días, sino en días auspiciosos del ciclo de 260 días. Los ayöök también nos explican cómo prescindir de un bisiesto, solucionando así la discusión sobre el desfase estacional entre calendarios.

  • English

    This article explores the nature of pre-colonial calendars in Mesoamerica. Unlike other studies, data from the current utilization of the 260-and 365-day calendars among the Ayöök (Mixe) of Oaxaca are used here. In the following, I offer a definition of the nature and management of the 260-day cycle, whose mantic and prescriptive aspects do not exclude its measurable and nominal functions of time, which define it as an authentic calendar. I propose to conceive the course of other calendars, not as gears, but as systems in relative independence. This made possible counts such as the calendar of 18 veintenas plus five days (xihuitl), which gave order and name to these cycles, in turn, producing a broader calendar of 52 “years” (xiuhpohualli). Furthermore, there were other counts: one that had to do with agricultural programming, in accordance with the seasons and astronomical phenomena such as solstices and equinoxes, and another, of the feasts, which were not necessarily celebrated every 20 days, but rather on auspicious days of the 260-day cycle. The Ayöök also explain how the calendars worked without a leap year, thus resolving the debate on the seasonal discrepancy between calendars.


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