En el marco de una expedición de la Federación Francesa de Espeleología, D. Legoupil realizó en 2000, una rápida prospección arqueológica de la isla Madre de Dios. En una cueva que constituye la entrada de una red subterránea de 145 m de largo, se encontró un esqueleto humano al pie de una pared. Debido a la humedad del lugar se decidió rescatar estos huesos, que fueron fechados en 4.520±60 AP. Esta datación representa por el momento el testimonio más antiguo de la ocupación del hombre en la parte central de los archipiélagos de Patagonia.
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