El presente artículo examina cómo los personajes del gracioso y la criada funcionan como vehículos de la metateatralidad y la ruptura de la ilusión dramática en las comedias de tres dramaturgas del siglo XVII: Ana Caro Mallén (El conde Partinuplés y Valor, agravio y mujer), Ângela de Azevedo (La margarita del Tajo que dio nombre a Santarén, Dicha y desdicha del juego y devoción de la Virgen y El muerto disimulado) y sor Juana Inés de la Cruz (Los empeños de una casa y Amor es más laberinto). La metodología empleada parte de la propuesta por Vieweg-Marks (1989) y aplicada por Nohe (2018) al estudio del gracioso barroco.
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