Desde los años setenta, algunos historiadores han aspirado a construir relatos comprensibles y atractivos. El lenguaje académico del marxismo, estructuralismo y cuantitativismo ha sido sustituido por la tolerancia formal de una narración que no está reñida con el rigor científico. Este artículo pretende analizar aquí por qué los historiadores actuales han tenido tanto interés en recuperar el relato en su atención más tradicional y su preocupación por crear una narración formalmente impecable cuya coherencia es el garante de una verdadera objetividad histórica. El maridaje entre la historia tomo disciplina y la lingüística se contempla como una de las consecuencias más beneficiosas del "giro lingüístico" que afecta a las ciencias sociales en los años setenta.
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