En 1948 debutó Carlo Bergonzi, quien entonces aún no había descubierto su auténtica identidad vocal y cantaba como barítono. Tres años más tarde nació su leyenda: Bergonzi, un tenor que debía abrirse camino entre gigantes de la talla de Del Monaco, Di Stefano, Bjoerling, Tucker y Corelli. En pocos años, gracias a su talento, se hizo con su lugar.
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