Sin telón, sin palcos, sin foso. ¿Cuáles son sus límites? El público, acomodado en butacas (o en sillas, taburetes o lo que sea), envuelve a los intérpretes, quienes ven reducido su campo de acción a unos cuantos metros cuadrados que se cuentan con los dedos de las manos. El protocolo, roto; los esquemas, arrinconados; el espectáculo, desnudo. El ambiente entre los cantantes y los asistentes es cómplice, especial, intenso, ni mucho menos claustrofóbico, es.... De bolsillo.
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