Desde la década de 1920, cuando Frans Blom y Oliver Ricketson interpretaron el Grupo E de Uaxactún como un observatorio equinoccial y solsticial, ha sido una opinión generalizada de los conjuntos arquitectónicos de este tipo, comúnmente denominados complejos de tipo E o simplemente grupos E, tenían un papel particularmente importante en las observaciones astronómicas de los mayas. Más aún, y pese a la diversidad de sus orientaciones, seguimos leyendo, incluso en la literatura académica más reciente, que estos conjuntos sirvieron para observar los otros solares en los equinoccios y los solsticios. En vista de que tal idea fue difundida a raíz de la explicación astronómica del Grupo E de Uaxactún, resulta paradójico que ni siquiera este complejo ofrezca evidencias que las sostengan: a la luz de los datos arqueológicos disponibles, los alineamientos actualmente medibles y tradicionalmente relacionados con los equinoccios y solsticios conectan elementos arquitectónicos que no son contemporáneos
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