Santiago, Chile
En Chile, durante los últimos 15 años, se han producido diversos documentales que permiten reflexionar sobre las memorias colectivas, valorizar al cine como vector, analizar la construcción fragmentaria e identitaria de los relatos, los lenguajes y estéticas de las nuevas generaciones, en donde se releva el estatus del realizador, situándolo como protagonista de la historia, característica fundacional de una generación que se aproxima al pasado desde sus propias identidades y sus herramientas estéticas y estilistas. En el marco de las disputas de las memorias colectivas sobre la dictadura chilena y los regímenes transicionales y la inclusión de nuevos actores y actrices de memorias, este artículo analiza la obra de nuevos emprendedores de memorias que han revitalizado el campo artístico cultural, específicamente el audiovisual, colocando al centro su condición de hijas e hijos de víctimas que abordan las historias de sus padres desde diferentes prismas, siempre presente el afecto como sentimiento convocante. El análisis se realizó tomando como base teórica los estudios culturales y la elección de las películas se hizo a partir de un levantamiento de las últimas diez cintas producidas en Chile y que tuvieran como lugar de enunciación el universo infantil de los autores. Los documentales analizados permiten identificar características que distinguen a una generación vinculada a la dictadura, que ha padecido sus consecuencias y sin inhibir sus subjetividades, pone en circulación narraciones individuales que incorporan a antiguos y nuevos grupos de memorias. En síntesis, se trata de obras que visibilizan temáticas de las memorias colectivas disruptivas, las cuales son ocultadas por la institucionalidad y el mercado, sin embargo, logran exhibirse e impactar en circuitos vinculados a la defensa de los derechos humanos y el rescate de la memoria histórica.
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