La restauración del canto gregoriano, iniciada a mediados del siglo XIX en el monasterio francés de Solesmes, recibió un fuerte impulso tras la publicación del Motu proprio: Tra le sollecitudini en 1903. En este trabajo se pretende describir la intensa actividad que se produjo en la Iglesia romana y que se concretó en la publicación de libros de canto actualizados. En España, como en otras naciones, la reforma del canto litúrgico, conforme a los criterios del Motu proprio citado, se aplicó con gran solicitud y, concretamente en Valencia, desde el primer momento se procuró que personas muy cualificadas se encargasen de la formación del clero y del pueblo.
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