Desde el principio de su ministerio, Jesús y su evangelio fueron recibidos como buena noticia por mujeres que lo siguieron como discípulas y amigas. Él las consideró hermanas suyas. Las teologías dominantes demasiado a menudo han invisibilizado esta dimensión sororal de la cristología, que sin embargo resulta funda-mental para evitar que la cristología se torne un discurso alejado del corazón del mensaje de Jesús. Se tomarán en cuenta paradigmáticamente los casos de Marta y María de Betania (hermanas en la carne), Macrina (hermana de Gregorio Niseno) y Juliana de Norwich y Margery Kempe, (hermanas en la fe) para acceder a la dimensión sororal de la cristología a la luz de una conceptualización feminista de la sororidad.
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