La guerra en Ucrania pudo evitarse. El conflicto es la consecuencia de diferentes fracasos y expectativas no cumplidas y del fallo en el uso de los sistemas de gestión de crisis. No se pudo impedir un conflicto militar, que se debió, entre otros factores, a la ruptura del diálogo estratégico entre Rusia y EEUU.
La lección más importante de este conflicto, que se prevé largo, es que, si Rusia ganara y consiguiera cambiar las fronteras por la fuerza, nos obligaría a definir otros principios básicos de un nuevo orden internacional que sería más cómodo para las autocracias y para los enemigos de la democracia liberal. La guerra ofrece, además, otras lecciones históricas, políticas, económicas y estratégicas para los países occidentales, aunque, sin duda alguna, las más amargas serán para Rusia, dadas su derrota estratégica en Ucrania y la irreversible ruptura de Moscú con Washington y Bruselas.
La decisión de Alemania y EEUU de proporcionar a Ucrania los modernos carros de combate Leopard 2 y Abrams 1, respectivamente, no cambiarán quizá el curso de la guerra, pero son una contribución muy importante para la defensa del país invadido. El envío de estos tanques supone un mensaje político a Rusia sobre la unidad y determinación de Occidente en su apoyo a Ucrania.
El conflicto es una guerra de desgaste y se prolongará por mucho tiempo, como un juego mortal de piedra, papel o tijera, dando lugar a un círculo cerrado, porque tanto Ucrania como Rusia consideran esta contienda como una cuestión de supervivencia.
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