Pensar tiene mucho de pensar a la contra, así que desde el principio me gustaría aclarar que este no es un texto en contra de la fiesta: al contrario, el objetivo es reflexionar acerca del secular planteamiento de ese acontecimiento social en un contexto contemporáneo por todos conocido. La idea de que no puede haber fiesta sin la voracidad del consumo, la exacerbación de la aptitudes, el exhibicionismo indeleble, el rioido vanidoso e insolidario responde a un modelo consumistas que contiene todos los adjetivos anteriores y espera más desde su recipiente inagotable.
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