En la vida, como en el cine, querer a quienes pueblan el guion es la única forma de hacerlos humanos, creíbles, auténticos. Aunque las comparaciones son odiosas, Los perdonados y La isla de Bergman nos enseñan cómo construir un buen personaje y cómo echarlo a perder
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados