«Pocas personas habrá como Julia Álvarez que tengan la virtud de agitar a los pueblos con el solo anuncio de su llegada. Para los caciques y fanáticos irreductibles, Julia es «la mala», el enviado de Satán que, invadiendo el coto cerrado de su dominio, viene a romper la quietud secular y la vida sumisa de la aldea. Para el pobre, en cambio, Julia es la voz de la esperanza y de la verdad que flagelará al eterno déspota y que lo pondrá al descubierto y en ridículo delante de sus mismos siervos, y que pasará por la aldea dejando un reguero de esperanzas»
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