Un tema de permanente discusión en la historiografía peruana es conocer la actitud de Bolivia luego de la batalla de Alto de la Alianza en Tacna (mayo de 1880). Existen algunas posiciones que indican que la alianza con el Perú terminó en ese momento y otras que sostienen que se mantuvo de forma intermitente y sin mayor actividad hasta el fin de la guerra. No obstante, a partir de la caída de Lima en 1881 se abrió un escenario de disputa por el poder entre los diversos gobernantes como Nicolás de Piérola, Francisco García Calderón, Lizardo Montero y Miguel Iglesias, expresándose en las acciones de las legaciones peruanas en La Paz por los agentes Enrique Bustamante y Manuel María del Valle. En este escenario, Del Valle se encargó de afianzar a las relaciones de alianza con Bolivia en dos aspectos específicos, que muestran la vigencia y plenitud de las relaciones, pero contenidas por los resultados militares y condiciones políticas en ambos países: un pacto de tregua para suspender las hostilidades y las coordinaciones con el gobierno del presidente Campero a fin de trasladar el armamento peruano depositado en Buenos Aires.
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