No es necesario insistir en cómo los datos arqueológicos ofrecen una fuente documental independiente y contrastable con la tradición histórica, y lo relevantes que han sido en el debate sobre los orígenes de Roma. Como es bien sabido, en 1963 el historiador Arnaldo Momigliano fue el primero en examinar detenidamente las evidencias materiales relativas a la ciudad primera, captando su extrema complejidad y considerándolos una fuente de información esencial para la reconstrucción de la historia política y urbana más antigua. Sin embargo, sobre la cuestión específica de la relación entre los datos arqueológicos y la tradición, Momigliano suspendió el juicio a la espera de una mejor definición de la datación e interpretación de los descubrimientos realizados en Roma hasta ese momento.
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