En abril de 1797, una numerosa fuerza expedicionaria británica a las órdenes del teniente general Ralph Abercromby desembarcó en la isla de Puerto Rico y trató en vano de asediar su capital, la ciudad de San Juan. Esta empresa, precedida de la fácil conquista de la también española isla de Trinidad unos meses antes, no se inscribe únicamente en el contexto de la Guerra Anglo-Española tras la declaración de guerra de aquella en octubre de 1796, sino también en una situación de guerra y revolución que durante más de una década implicó a casi toda la región caribeña.
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