Málaga, España
La política interior y exterior del reinado de Carlos IV (1788-1808) ha sido, tradicionalmente, evaluada con ligereza, como si cada decisión tomada fuese un error propiciatorio de la invasión francesa de 1808. En contraposición a un Carlos III casi elevado a los altares, el reinado de su hijo tiende a ser denostado y es hecho pasto de la superficialidad y la torpeza, a merced de la caricatura triangular del rey complaciente, la reina frívola y el valido ambicioso; un cliché que, afortunadamente, ha sido prácticamente desterrado por la historiografía reciente, que ha superado los tópicos decimonónicos. La alianza de Carlos IV con la república francesa fue, con todas sus contradicciones, coherente con los intereses políticos y estratégicos de la monarquía española; un mal menor, si se quiere, ante la necesidad de defender las posesiones americanas de las pretensiones comerciales británicas.
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