Las vacunas han transformado radicalmente la salud pública, especialmente desde que se implementaron los programas estatales de vacunación en los años 60 del siglo XX. Esto ha hecho que, en los países con altas tasas de vacunación, muchas de las enfermedades que eran las responsables de buena parte de la mortalidad infantil hayan prácticamente desaparecido. Además, en los adultos la vacunación permite proteger a colectivos de alto riesgo, como las personas que viven con VIH, de adquirir infecciones causantes de elevada morbimortalidad.
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