Durante 2023, el control de la inflación será algo más que una batalla por la estabilidad económica y financiera, estando en juego la credibilidad institucional de la política monetaria. La senda parece marcada y sigue contemplándose, al menos durante buena parte del año, un aumento de los tipos de interés oficiales. El euríbor, por su parte, ha experimentado un aumento importante desde julio de 2022, anticipando los cambios en la política monetaria; pero tras unos primeros saltos más abruptos, parece ya haber acomodado buena parte de la expectativa de subida de tipos oficiales, con lo que su crecimiento durante 2023 puede ser más limitado. En este contexto de incertidumbre, el papel de los bancos sigue siendo determinante, como lo fue en la provisión de crédito durante la pandemia. Eso sí, análisis recientes de entidades supervisoras apuntan que, aunque pueden aumentar los ingresos bancarios con la subida de tipos, también puede haber efectos negativos para las entidades financieras de tanto o más calado, como un aumento del coste de su financiación, o una caída del volumen de crédito y un aumento de la morosidad por la debilidad económica.
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