El baloncesto es un deporte que tiene todos los pronunciamientos de base para causar una nutrida patología a nivel de la rodilla. Individuos de gran envergadura, con un peso considerable, corren y saltan con permanentes cambios de dirección y de ritmo y frecuentes contactos entre ellos. De hecho, dentro de la asistencia traumatológica a los mutualistas de la MGD, es el baloncesto el que genera una mayor proporción de pacientes, incluso por delante de otros deportes que podrían considerarse teóricamente de mayor riesgo.
De las estadísticas e los diferentes autores que han analizado el tema, las lesiones de rodilla suponen entre el 10 y el 20% de la patología traumática en el baloncesto, sólo por detrás de tobillo como primera localización afectada. Parece haber una concordancia entre sexos en trabajos de 1978 y 1982 en tanto que en un estudio epidemiológico hecho en 1988 para la National Athletic Trainer`s Association las mujeres doblan la incidencia lesional en la rodilla respecto a los varones (17 vs 9%). El motivo de esto puede ser el incremento de agresividad y profesionalidad del deporte femenino en estos últimos años, sin una equivalencia absoluta en cuanto a su preparación física. En tanto a las diferencias según categorías, en jugadores profesionales alcanza niveles más altos que en, por ejemplo, chicos de Instituto, con un 18-19% en los primeros frente a un 11-12% en estos últimos.
En un interesante trabajo Beck y Wildermuth dividen etio-patogénicamente las lesiones de rodilla en el baloncesto según sean producidas por contacto directo, por fallos en la coordinación, sin contacto, o por sobrecarga. Las dos primeras integrarían la patología traumática aguda en tanto que la tercera equivaldría lógicamente a la conocida como patología por sobrecarga. Las lesiones en la mujer serían debidas más a la segunda razón, es decir fallos en la coordinación motriz, en tanto que en el varón primaría el contacto como causa principal.
Dentro de la patología de la rodilla más frecuente en el baloncesto cabe señalar las lesiones ligamentosas y meniscales, la luxación o subluxación rotuliana, los dolores fémoro-patelares y las tendinitis y entesitis del aparato extensor.
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