Las ciencias biomédicas se han desarrollado principalmente en los países occidentales, por lo que no es sorpresa que haya un sesgo excesivo de representación de europeos o descendientes de europeos como sujetos de las ciencias médicas. Se calcula que alrededor del 20 % de los humanos son de origen europeo, distribuidos en Europa, por supuesto, pero también en otros continentes como América, con Estados Unidos y Canadá en el norte, o Argentina y Brasil en el sur, si se desea citar algunos ejemplos de la gran representación poblacional de este origen (1). Asimismo, se encuentran en mayoría en Oceanía, en los países más grandes que son Australia y Nueva Zelanda. Sin embargo, este 20 % de la población global está representado en cerca del 80 % de los estudios poblacionales si se tiene en cuenta el origen genético o racial (1). Es importante recalcar que, inclusive en estudios paradigmáticos que representaban a toda la humanidad, como el “Proyecto del Genoma Humano”, se utilizó una muestra de cinco individuos de orígenes distintos: dos caucásicos, un chino, un afroamericano y un hispano de México (2).
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