Lo que Rodrik nos cuenta en su confesión no es el resultado inevitable de haber encontrado el mejor camino hacia el conocimiento en economía. Tampocode la indiscutible fluidez y contingencia de la vida social. Es el resultado de las preferencias de los economistas académicos por el tipo de modelos analíticosde equilibrio que requieren ser reparados una y otra vez para dar cuenta de los muchos fenómenos que no pueden cubrir en su forma analítica y simple de hoy.Y de la evolución de las relaciones de poder y conocimiento en la academia yen la política en las últimas décadas. Algo que, por supuesto, no tenía por quéadmitir Rodrik en su elegante confesión.
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