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Resumen de Desastres en México: mapas y apuntes sobre una historia inconclusa

Irasema Alcántara Ayala

  • español

    Desde hace varias décadas ha sido documentada la relación entre el inapropiado uso del territorio y la generación de factores de riesgo de desastre. En México, ésta se remonta hasta el proceso de Conquista, durante el cual se rompió el equilibrio con la “generosa tierra”. A partir de la desecación de los lagos de la antigua Tenochtitlán, los procesos de deforestación y la transformación sociocultural y ambiental del territorio —todos ellos factores subyacentes y condicionantes del riesgo— iniciaron las relaciones sistémicas de poder y explotación que han trastornado la comunión entre sociedad y naturaleza, lo cual dio origen a la construcción social del riesgo de desastre.En México, como en muchos países de América y el mundo, el impacto de los desastres desencadenados por amenazas de alta magnitud y baja frecuencia ha involucrado cuantiosas pérdidas. De 1900 a 2018 se registraron 231 desastres en los que más de 20 000 personas perdieron la vida y aproximadamente 18 millones de habitantes fueron afectados. Entre ellos, el reciente sismo del 19 de septiembre de 2017 sacudió la estructura institucional de la protección civil en México y puso en evidencia la necesidad urgente de transformar el actual Sistema Nacional de Protección Civil (Sinaproc), meramente reactivo, en un Sistema Nacional de Gestión Integral del Riesgo de Desastre (Sinagird). Este último, como política pública transversal, debe estar fundamentado en la evidencia científica, con la contribución de las ciencias sociales y naturales, así como del desarrollo tecnológico. Asimismo, la participación de distintos actores, entre ellos, la ciudadanía, los sectores público y privado y las autoridades de los diferentes órdenes de gobierno deben constituir el eje de una transformación que permita atender las causas de fondo y los factores condicionantes del riesgo de desastre, con la finalidad de que los esfuerzos institucionales no estén únicamente dirigidos a la respuesta ante emergencias o a promover acciones fragmentadas de reconstrucción que no contribuyen a reducir la vulnerabilidad.En este artículo se presenta una revisión del impacto que han tenido los desastres desencadenados por amenazas naturales y socionaturales en México, y se ofrece una reflexión acerca de la necesidad de la evolución de una visión de emergencia y respuesta vinculada a la protección civil hacia una perspectiva de política pública en materia de Gestión Integral del Riesgo de Desastres (GIRD).

  • English

    The relationship between inappropriate land use and the creation of disaster risk factors has been documented for several decades. In Mexico, it goes back to the Conquest process, during which the balance with the "generous land" was broken. From the desiccation of the lakes of the old Tenochtitlán, the deforestation processes and the socio-cultural and environmental transformation of the territory - all of them underlying causes and disaster risk drivers- initiated the systemic relations of power and exploitation that have disrupted the communion between society and nature, which gave rise to the social construction of disaster risk.In Mexico, as in many countries of the Americas and of the world, the impact of disasters triggered by hazards of high magnitude and low frequency has involved large losses. From 1900 to 2018 there were 231 disasters in which more than 20,000 people lost their lives and approximately 18 million inhabitants were affected. Among them, the recent earthquake of September 19, 2017 shook the institutional structure of civil protection in Mexico and highlighted the urgent need to transform the current National System of Civil Protection (Sinaproc), merely reactive and of emergency character, into a National System of Integrated Disaster Risk Management (NSIDRM). The latter, as a cross cutting public policy, must be based on scientific evidence, with the contribution of social and natural sciences, as well as technological development. Likewise, the participation of different actors, among them, citizens, public and private sectors and the authorities of the different levels of government must constitute the axis of a transformation that allows to address the root or underlying disaster risk causes and the disaster risk drivers, in order to guarantee institutional efforts are not only directed to the response to emergencies or to promote fragmented reconstruction actions that do not contribute to reducing vulnerability.This article presents a review of the impact that disasters triggered by natural and socionatural hazards in Mexico have had and offers a reflection on the need for the evolution of an emergency vision and response linked to Civil protection towards a cross cutting public policy approach on Integrated Disaster Risk Management (IDRM).


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