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Resumen de Ecocardiografía intracardíaca. Nuevas aplicaciones

Pedro Graziano, Carlos Calderas, Chamia Benchetrit, Manuel Acuña

  • español

    El transductor de la ecocardiografía intracardíaca se describió por primera vez en 1960(1), aprobado por la FDA en 1997 para la guía de procedimientos de intervención en hemodinámica y electrofisiología. La ecocardiografía intracardíaca es una técnica de imagen que surge como alternativa a la ecocardiografía transesofágica con las siguientes ventajas:

    No necesita de anestesia general.

    Proporciona tiempo corto de exploración.

    Tiene una elevada calidad de imagen.

    Su utilidad destaca por la alta resolución de imágenes y la flexibilidad de movimientos del catéter con capacidad de moverse en cuatro direcciones. El sistema consta de una sonda monoplanar con un transductor de 64 elementos de 110 cm de largo y de 8 a 10 Fr con dos anillos móviles que permiten su movilización. Es importante conocer el manejo de la sonda y la organización del laboratorio de hemodinámica para su uso. Existen indicaciones innovadoras, que comprenden usualmente el uso intravascular de la sonda intracardíaca como guía para la fenestración en la disección aórtica tipo A en síndrome de malperfusión, implante de válvula aórtica transcateter, evaluación de endocarditis, en electrodos de sistemas de estimulación eléctrica, biopsia de masas intracardíacas derechas y en la realización de cortocircuitos portosistémicos en pacientes con cirrosis hepática refractaria a tratamiento.

    La ecocardiografía intracardíaca, al igual que el resto de las técnicas de imagen cardíaca, sigue evolucionando y recientemente se ha logrado obtener imágenes tridimensionales (3D). La aparición de la sonda 3D permitirá en el futuro mediato una ampliación de sus indicaciones para guiar procedimientos invasivos. Esta técnica de imagen tiene un futuro prometedor, por lo que debe ser del conocimiento de médicos cardiólogos clínicos, ecocardiografistas, cardiólogos intervencionistas y radiólogos intervencionistas.

  • English

    The intracardiac echo transducer was first described in 1960(1), approved by the FDA in 1997 for the guidance of interventional procedures in the cath lab and electrophysiology. It is an imaging technique that is an alternative to transoesophageal echocardiography, with the following advantages:

    No need for general anesthesia.

    It provides short scan time.

    It has a high quality picture.

    Its usefulness noted for the high-resolution images and flexibility of movement of the catheter with capacity to move in four directions. The system consists of a probe with a transducer monoplanar 64-element 110 cm long and 8 to 10 Fr with two moving rings allowing mobilization. It is important to handle the probe and the organization’s cath lab for use. Indications are innovative, usually comprising using intracardiac intravascular probe as a guide for fenestration in aortic dissection type A in malperfusion syndrome, transcatheter aortic valve implantation, endocarditis assessment electrode electrical stimulation systems, biopsy right intracardiac masses and performing portosystemic shunts in patients with liver cirrhosis refractory to treatment.

    The intracardiac echo, like the other cardiac imaging techniques, continues to evolve, and have recently been able to image in three dimensional (3D). The emergences of 3D probe will in the near future, an extension of its indications to guide invasive procedures. This imaging technique has a promising future so it must be the knowledge of clinical cardiologists, echocardiography, interventional cardiologists and interventional radiologists


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