El humor supone un cambio de perspectiva que, al situarse en ángulos de mirada distintos de los habituales, puede generar desajustes y sorpresas. Requiere flexibilidad mental y su mejor versión sería la de una lucidez indulgente que permite aproximarse a diferentes ámbitos, también los eclesiales (liturgia, vida religiosa, teología...) y contemplarlos con ojos críticos a la vez que cordiales. Quizá sea precisamente esa mirada de los ángeles.
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