El pensamiento utópico, liberado de una interpretación dépréciât iva que lo identificaba con fábula y quimera y lo confundía con la expresión literaria más frecuentemente adoptada por él, ha demostrado ser un «modo específico de conocer la realidad a través de su proyección ideal de la misma». Cuando nos acercamos a los grandes utopistas, encontramos crítica ante las limitaciones e injusticias que advierten en la sociedad de su tiempo y proyectos con los que buscan su superación. De este modo, el pensamiento toma las situaciones reales como un negativo con el que se logrará, por su modificación e inversión, un orden social más justo.
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